8:08 am, un auxiliar en apuros abre la cortina de mi ventana
La noche casi ni se sintió, los vecinos comienzan a moverse en sus asientos y los veo como espejos de mi cuerpo que comienza a incorporarse lentamente al ritmo de estas ruedas que descansan bajo mio.
Dos sonrisas me saludan y me obligan a reír. Los carteles de allá afuera se mueven rápido y nos dan una bienvenida inesperada, un par de trompetas con líneas pintadas se despliegan en la carretera…
Puerto varas se convierte en una pausa, un par de espíritus descienden y con sus ojos nos desean un buen viaje, despojan su equipaje y parten hacia quien sabe donde…
...y mi mirada en el vidrio de un bus sigue intacta...
Minutos nos separan de Puerto Montt y el auxiliar atrasado nos comienza a mover con la mirada, nuestros asientos están repletos de nuestra ropa, nuestra comida y nuestros cables… 12 horas son suficientes para bautizar el espacio.
Orden! y las piernas se estiran, bolsa para la basura y otra bolsa para las papas fritas con un turrón que acabamos de descubrir. El camino se abre paso y nuestro bus entra en silencio por las calles de puerto Montt un perro se hace testigo y el mar revienta una ola justo cuando observo la ciudad. Dos almas nos reciben, una con ladridos, otro con espumas.
Un par de gotas nos acaricias al bajar, el equipaje despierta y las gente del terminal grita plegarias con silvidos, despliegan sus alas, con una canasta al hombro, una gallina atrás, tres niños a la cola y un par de ropas humedas trajinadas y re-cosidas...
Lugares
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